Columnista: Betty Rodríguez Tuesta

El Papa León XIV: Un Pastor del Perú, Puente entre el Cielo y la Tierra en Tiempos de Incertidumbre

Por Betty Rodríguez Tuesta | Investigadora y Educadora Interdisciplinaria

Para quienes tuvimos la gracia de conocerlo en su caminar por el Perú, la noticia de la elección del Cardenal Robert Prevost como nuestro Papa, León XIV, fue más que una sorpresa: fue un regalo abrazado por toda una nación. Lo conocí en las misas sencillas de su diócesis de Chiclayo, donde su presencia iluminaba los templos, y en una ocasión especial, llena de la solemnidad del Espíritu, en la ordenación del obispo de Chachapoyas. Desde esos encuentros, percibimos en él algo especial, una luz y una fuerza serena.

Lo vi, y siempre lo recordaré así, como un Hombre con los pies ligeros que recorre el Perú profundo. Cada paso suyo en nuestra tierra parecía sembrar vida, esperanza y esa vitalidad joven que tanto necesitamos. No era un líder distante, sino un pastor cercano que caminaba junto a su rebaño.

Como joven involucrada en los ministerios diocesanos, fui testigo de su don único: escuchaba antes de hablar. Durante su sacerdocio y episcopado en nuestras tierras, era un Padre sabio. Poseía una capacidad innata para acoger la palabra del otro con genuino interés. Y de esa escucha nacía una sabiduría profunda para dar consejos, para guiar con prudencia y para tomar siempre las mejores decisiones, buscando el bien mayor.

Es un hombre de síntesis, de pocas palabras, pero cada una cargada de significado. Quizás su brillantez como matemático le otorgó esa claridad y concisión en el pensamiento y la comunicación. Pero más allá de su intelecto, quienes trabajamos con él sabemos que valoraba profundamente los gestos, las pequeñas atenciones, la dignidad de cada persona. Y algo que siempre nos llamó la atención, y que revela mucho de su respeto y humildad, era su deferencia hacia las mujeres en las reuniones. Siempre nos daba la palabra primero, diciendo con una sonrisa sincera: "ustedes primero". Un gesto simple, pero poderoso.

Su elección como Papa es, sin duda, el mejor regalo que la iglesia peruana celebra en toda su historia. Es sentir que lo que sembró en nuestra tierra ha florecido para el mundo. Hoy, estoy convencida de que es un PAPA según el corazón de DIOS, elegido para estos tiempos complejos.

Ha llegado la Aurora de León XIV, y lo vemos como un Puente entre Mundos en Tiempos de Incertidumbre. Ahora, como PAPA, es el representante visible del CRISTO de los pobres para darle a la humanidad lo que más necesita: AMOR, compasión, ética y generosidad. Viene con fuerza, con esa energía que conocimos, a luchar por los desvalidos, por los marginados, y sobre todo, por la justicia social y la no discriminación, siguiendo el sendero trazado por su predecesor el querido Papa Francisco.

El mundo lo necesita con urgencia. El Perú, herido por la indiferencia y la frivolidad de un gobierno de turno que parece hacer del país un botín, lo necesita aún más. Los que callan, los que sufren en silencio ante tanto dolor cotidiano, necesitan la voz y el signo de esperanza que él representa.

Perú, ¡despierta! Siento que nuestra agonía, el clamor de los oprimidos, ha sido escuchado y respondido en esta elección. Que los Congresistas despierten y reaccionen, que entiendan que la Patria no se vende y que su frivolidad no es aceptada por el Cielo. Sí, me atrevo a decirlo, con la fe sencilla de mi pueblo: Dios es peruano, camina con nosotros en nuestras luchas.

León XIV es un sacerdote hermano, un Papa cercano. Siempre, en nuestras conversaciones, hablaba sobre el propósito profundo de ser servidor. Me decía que ser Agustino, su orden, es devolver el rostro a aquellos que han sido ocultados por el mundo, a los que han perdido su dignidad. Esa es su misión, la que vimos en Perú y la que llevará a la Iglesia universal.

En el cuerpo de la Iglesia, es tiempo de reimaginar nuestro rol en un mundo secularizado y digital. ¿Cómo mantener la relevancia de la fe? ¿Cómo conectar con las nuevas generaciones inmersas en realidades virtuales y flujos constantes de información? Creemos firmemente que León XIV, con su profunda comprensión de diversas culturas, forjada en su experiencia global y peruana, podrá impulsar una evangelización creativa, audaz y adaptada a los lenguajes del siglo XXI.

El amanecer del pontificado de León XIV coincide con una época carente de certezas a nivel mundial. Sin embargo, en esta encrucijada histórica, su singular trayectoria vital, forjada en dos mundos, y la resonancia de su nombre adoptado, nos invitan poderosamente a la esperanza. Su liderazgo, con la mirada puesta en el futuro y el corazón en los sencillos, podría ser la luz que guíe a la Iglesia y al mundo a través de las tormentas de la incertidumbre hacia un horizonte de mayor comprensión, justicia y paz.

La historia, una vez más, se escribe con cada paso de un nuevo Pontífice. Y la aurora de León XIV, que llegó desde Chicago para echar raíces profundas en pueblos como Chulucanas, Chiclayo, el Callao y muchos otros durante su ministerio en el Perú y el mundo, promete ser un capítulo fascinante y trascendental. Nuestra fe está puesta en él y nuestras oraciones lo acompañan para que su pontificado fortalezca nuestra Iglesia, impulse con vigor su rol social y sea un mensajero incansable de paz en el mundo actual, tan necesitado de sanación.


Scroll to Top