Columnista: Kent Wilander Oré de la Cruz

HISTORIAS SOMBRÍAS EN LA SOLEDAD OBSCURA: LOS POETAS SIMBOLISTAS

Kent Wilander Oré de la Cruz

Magíster en Literatura (UNMSM)

Kentyo_5@hotmail.com

El simbolismo literario es una forma de concebir y asumir la poesía. Es el espacio de creación, crítica y contemplación de la poesía en sí misma: la poesía no dice, sino es. Asimismo, se puede entender la escritura poética de los simbolistas como una evasión y rebelión ante la realidad; ergo, del mismo modo se le puede interpretar como un espacio importante de conocimiento de la condición humana del hombre de finales del siglo XIX. Es decir, la literatura de los poetas simbolistas se pueden interpretar como manifestaciones de las emociones y la experiencia del hombre frente a la realidad y ante la cual irrumpe insurrectamente (la evade); y, por otro lado, permite reconocer el valor antropológico a través de la voluntad creadora de sus representantes.

El simbolismo poético no es una organización exacta de una poética, sino, más bien, es la reunión de distintas voluntades, estilos y características poéticas. En los poetas simbolistas como Verlaine, Rimbaud, Mallarmé y Valery, no es posible encontrar uniformidad en sus prácticas creadoras y en su entendimiento del lenguaje, no obstante cada uno manifiesta sus propios temores y sus particulares experiencias personales por medio del manejo y la construcción de imágenes retóricas que representan una dimensión sostenida en la imaginación.

En este sentido, a partir de la desigualdad entre cada uno de los poetas simbolistas es importante saber que estas diferencias se originaron a causa de las concepciones poéticas de cada uno de sus representantes, así como también a las escuelas o tendencias que en un principio de sus creaciones pertenecen. Por ello, vamos a distinguir a dos fenómenos literarios que, aunque parezca paradójico, motivaron y permitieron el surgimiento del simbolismo poético: el parnasianismo y el romanticismo.

El Parnasianismo poético, que hizo su aparición oficial en 1866 en el Parnaso contemporáneo, es una escuela lírica que destaca por ser estrictamente formal en su escritura, destacando su mirada a la cultura clásica como también a la cultura de oriente. Algunos estudiosos señalan que los parnasianos presentaban un antiromanticismo exasperante: estaban en contra del romanticismo sentimental de Lamartine y Musset; no obstante, adoraban el romanticismo de Víctor Hugo y Gautier, debido a que destacaban la primacía del arte y la belleza. Esto, asimismo, motivaba que se concibiera por deducción la inutilidad del arte: lo bello es inútil y lo útil es lo feo: rasgo que manifiesta su notoria rebeldía en contra de una sociedad utilitarista, una sociedad enteramente productora, y que vivía entrampada en el positivismo del correlato empírico, dándole la espalda a lo abstracto y lo bello de la imaginación; de allí que los parnasianos concebían su escenario de acción de lo bello y lo delicado, lo musical y armonioso (y no estrambótico-vulgar de las pasiones) en su torre de marfil. En esta escuela poética que nació en 1866 con la publicación del Parnaso contemporáneo, podemos observar a los jóvenes poetas como Verlaine y Mallarmé construyendo sus primeros versos inocentes y con miradas nostálgicas.

Otra línea poética que influyó en el nacimiento del simbolismo literario fue el Romanticismo del alemán Goethe, del español Bécquer y del francés Víctor Hugo. Si bien con Hugo se captó la idea de la belleza y su valor, fue a través de otros poetas y escrituras que se logró captar la idea del espíritu individualista y sufrido, donde prevalece la imaginación increpante que hace daño en el plano social, la cual, sin embargo, pervive instigando en el interior del alma y la mente como puñaladas desconcertantes, y que, consecuentemente, obligará a sentirse incomprendida y desdeñada a la persona, naciendo con ello la sensación de maldición, enfermedad y desarraigo en la conciencia y prácticas humanas. Pero fue Allan Poe quien introdujo, básicamente desde el Romanticismo, en Francia la sensación anatema en el espíritu de los poetas. El escritor norteamericano Edgar Allan Poe inspiró en los simbolistas aquella idea de malditismo a través del poeta Charles Baudelaire, quien tradujo sus poemas y pensamientos en torno a la creación poética y a la condición del hombre en una sociedad dura, inclemente e indiferente a los sentimientos humanos, a sus miedos y desdichas personales. Esta maldición humana del hombre de letras, del sujeto que escribía poemas y contaba historias sombrías en la soledad obscura de su habitación o en la fría habitación de un bar, estaba referida como efecto a una relegación y fracaso social en la comunidad de los hombres, en la vida, en su presente vertiginoso que miraba con nostalgia su pasado y con ansiedad y paranoia su futuro. No obstante, esta ruina espiritual adquiriría brillos poéticos, donde la enfermedad, el dolor y el sufrimiento eran asumidos como privilegios exclusivos de seres superiores, sensibles, humanos, verdaderos entes que comprendían la esencia de los cielos y de sus fuerzas: será la hora de entender que personajes hidalgos como el mismo Quijote del siglo XVII se verán reflejados en ese instante en el albatros (magnánima ave voladora) de Baudelaire o en la Venus de Rimabud. En este sentido, en 1884, románticamente, se originará el nacimiento de la condición de poetas malditos con la publicación de Los poetas malditos de Paul Verlaine.

Es así cómo se puede comprender que el simbolismo literario es una evolución y eclecticismo de otros movimientos y escuelas literarias. Tanto el Parnasianismo como el Romanticismo influirán decididamente en los transgresores simbolistas en cómo será asumida su práctica poética, su visión del mundo y la condición existencial. Es por ello mismo que el nacimiento oficial del simbolismo poético se dará recién dos años después a través del manifiesto del poeta francés Jean Moréas publicado en 1886 en Le Figaro, veinte años después que Lemerre editara el Parnaso contemporáneo en 1866.


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